Mentiras y opacidad luego del anunciar el fin de la pandemia por COVID-19 en México

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Han transcurrido once meses desde que México oficialmente declaró el fin de la emergencia por COVID-19. Sin embargo, las dudas persisten sobre lo que realmente se vivió durante la pandemia.

¿En qué se gastó el presupuesto de la Secretaría de Salud durante este tiempo? Solo ellos y Dios lo saben.

La falta de transparencia define el actuar de esta administración durante la crisis de salud. Aunque se conoce el gasto total en salud de 2020 a 2023, nunca se implementó un programa presupuestario específico para las compras durante la pandemia, a pesar de las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Según expertos, se desconoce cuánto se gastó en medicamentos, insumos y personal médico extra para enfrentar la contingencia. Judith Méndez, especialista en salud y finanzas públicas, destaca la necesidad de que el gasto gubernamental sea transparente y se alinee con las prioridades ciudadanas.

Xavier Tello, analista en políticas de salud pública, señala que la falta de claridad no solo plantea interrogantes sobre posibles manejos turbios, sino que también deja al país en una situación vulnerable ante futuras pandemias, al no saber cómo ni cuánto debería invertirse.

Además de la opacidad en los gastos, la falta de transparencia también afectó la eficacia de la respuesta ante el virus. El infectólogo Francisco Moreno expresa que la falta de pruebas y datos precisos dejó a las autoridades navegando a ciegas, sin saber la magnitud real de la situación.

La desinformación contribuyó aún más a la confusión, especialmente en lo que respecta a las cifras de muertes por la pandemia. Las discrepancias entre los datos oficiales y los reportados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) han sido significativas, generando incertidumbre entre la población.

Mientras el INEGI reportó más de 800 mil muertes por COVID-19, la Secretaría de Salud solo reconoció alrededor de 240 mil fallecimientos durante el mismo periodo. Esta discrepancia resalta la falta de transparencia y la necesidad urgente de datos precisos y confiables.

La opacidad también se extendió a la información sobre la compra de vacunas, clasificada como un asunto de seguridad nacional. Xavier Tello advierte que esta falta de transparencia obstaculiza la comprensión de las negociaciones y decisiones gubernamentales.

La información sobre la adquisición de vacunas y otros aspectos relacionados con la gestión de la pandemia se mantendrá reservada hasta 2025, lo que plantea interrogantes sobre la verdadera naturaleza de las acciones gubernamentales y su impacto en la salud pública.

En resumen, a casi un año del supuesto fin de la emergencia por COVID-19 en México, persisten las dudas, las contradicciones y la opacidad en la gestión de la crisis sanitaria, dejando a la población en la oscuridad y a las autoridades bajo escrutinio.

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