Columna QR: SERENIDAD Y PACIENCIA

José Martín Sámano
Opinión
Columna QR: SERENIDAD Y PACIENCIA

Una de mis primeras asignaciones como reportero de televisión fue en septiembre de 1988 cuando desde la Ciudad de México me enviaron a cubrir el Huracán Gilberto. Profesionalmente fue una gran experiencia ya que tuve la oportunidad de compartir con millones de personas a través de mis notas, la enorme devastación que puede provocar uno de estos fenómenos. Recuerdo que en aquella ocasión después de ver las playas destrozadas y la infraestructura diezmada, pensé que no habría manera de reconstruir a este destino turístico que apenas comenzaba a despuntar a nivel nacional e internacional.

Todos sabemos que no fue así y que Cancún se recuperó para vivir una época de esplendor a partir de los 90. 17 años después, en el 2005 ya trabajando para TV Azteca Nacional, me tocó vivir el año más intenso del que se tenga memoria en cuanto a huracanes en la zona del Atlántico y el Caribe. Primero Katrina, a finales de agosto en Estados Unidos, luego Stan a principios de octubre en Tapachula Chiapas y por último Wilma en Cancún a finales de ese mismo mes.

La labor en equipo de Fuerza Informativa Azteca desplegada para cubrir este tipo de desastres fue ampliamente reconocida por la audiencia que pronto comenzó a llamarnos los “caza huracanes”. Están por cumplirse 18 años desde aquel entonces y creo que todos nos preguntamos cuándo vendrá otro ciclón de gran magnitud a nuestra tierras, porque de que tarde o temprano nos llegará, de eso no cabe la menor duda. En estos momentos justamente observamos los daños causados por Hillary en la Península de Baja California y en verdad que son imágenes de miedo esas donde se ven los torrentes salvajes recorriendo las pequeñas poblaciones que ahí se han levantado a mitad del desierto.

La buena, por así decirlo, es que un escenario así no lo tendríamos en nuestro estado. Los manglares y la selva, incluso los arrecifes, son nuestra mejor defensa para evitar que el agua corra con gran fuerza además de que aquí el terreno es plano y no existen ríos superficiales que se desborden. La gran amenaza para nosotros son los fuertes vientos que en el caso de un huracán categoría 4 o 5, son capaces de destruir sólidas casas y edificios de concreto. En ese sentido las construcciones modernas son ahora más resistentes. Por fortuna además, los pronósticos a partir de la tecnología son muy precisos y en la región se ha formado una sana cultura de la prevención.

También hemos tenido algunas tormentas en años recientes que nos recuerdan la importancia de estar alerta y seguir las indicaciones de las autoridades así como de informarse no con base en rumores sino a partir de medios de comunicación con probada credibilidad y experiencia como TV Azteca. Ahora mismo, mientras escribo esta columna, se desarrollan tres zonas de baja presión en el Atlántico con amplias posibilidades de evolucionar a ciclón (llegaron a ser cinco al mismo tiempo hace unos días).

¿Llegarán a impactarnos? ¿Vendrá pronto alguno como Gilberto o Wilma? No hay manera de saberlo. Por lo pronto, “serenidad y paciencia como decía Kalimán”. Nosotros ya sabemos lo que hay que hacer en estos casos.

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