Columna QR: Gente Grande... en memoria de Ricardo Rocha

De Ricardo Rocha recuerdo en especial su gran cultura. El manejo magistral de las entrevistas, lo mismo con una cantante que con intelectuales o políticos.

José Martín Sámano
Opinión
Columna QR: Gente Grande... en memoria de Ricardo Rocha

Busqué a Ricardo Rocha luego de que el jefe de noticias de Jacobo me rechazó por haber sido gente de Guillermo Ochoa, después de que a éste último lo despidieron junto con todo su equipo por haber publicado una entrevista con el ex líder petrolero apodado “La Quina” sin haber obtenido autorización previa.

Elegante, fino en sus palabras y en su trato, Ricardo me dijo que tenía un espacio para mi como reportero en “Para gente Grande”. ¡Wow! Corría el año de 1989 y yo apenas empezaba mi carrera en la televisión. Estaba a punto de casarme y necesitaba el trabajo, además de que estaba convencido que lo mío, lo mío, era estar con un micrófono, frente a una cámara, haciendo investigaciones especiales.

Ricardo Rocha confió en mí. Me permitió entre otras cosas, seguir adelante con una investigación que había iniciado meses atrás sobre el asesinato de John F. Kennedy, ocurrido en 1963 y sobre el cual recopilé interesantes entrevistas en EEUU y documentos hasta entonces inéditos que demostraban que el magnicidio no fue obra de un solo hombre sino el producto de una conspiración, muy probablemente auspiciada por el propio gobierno de Estados Unidos.

También me dio el espaldarazo cuando le dije que había fuertes denuncias de médicos y pacientes que habían sufrido severas complicaciones y amputaciones o hasta fallecimientos debido al mal uso de un producto “milagro” que otro colega periodista había lanzado a la opinión pública como el remedio para quemaduras y otras graves lesiones. ¿Tienes la pruebas? ¡adelante!, me dijo en aquella ocasión consiente de que el reportaje iba a provocar la ira del otro comunicador, figura destacada de la misma empresa.

De Ricardo Rocha recuerdo en especial su gran cultura. El manejo magistral de las entrevistas, lo mismo con cantantes de moda que con los más destacados intelectuales o políticos. Sus emisiones nocturnas hicieron toda una época y lograron que millones de mexicanos pasaran la noche en vela hasta que terminaran sus programas.

Nacido y criado en Tepito, en la Ciudad de México, Ricardo adquirió primero la sensibilidad del barrio y años más tarde el curtido que como periodista te da por ejemplo el haber cubierto guerras y conflictos como los de la revolución sandinista en Nicaragua a finales de los 70. Bohemio de corazón, alguna vez me lo encontré a principios de los 2000 en un piano bar de la ciudad de México cuando yo ya estaba trabajando para TV Azteca. Sus palabras de afecto, precisas y sinceras me hicieron la noche.

Desde entonces lo seguí primero en su inolvidable “Animal Nocturno” en Azteca y luego a través de la radio nacional, por las mañanas. Su voz se fue apagando a últimas fechas, pero jamás su inteligencia y su agudeza periodística.

Este domingo no pude evitar las lágrimas al enterarme de su muerte a los 76 años. Nunca me dio clases, pero fue uno de mis mejores maestros. No fuimos amigos cercanos, pero hasta donde sé me tenía buen afecto y yo a él.

Me duele muchísimo su partida. Sin duda lo voy a extrañar y jamás voy a olvidar que gracias a la confianza que me tuvo, pude continuar mi carrera en los medios de comunicación. ¡Gracias, querido Ricardo! GENTE GRANDE.

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