¡Una chispa de frescura en el metro que derrite el estrés del día a día!

En Nueva York, una joven emprendedora montó un pequeño puesto improvisado con una mesa frente a ella. Ofrecía conos que parecían de helado cremoso, pero en realidad eran merengues tan perfectos que engañaban a la vista.

Los pasajeros, curiosos y divertidos, comenzaron a comprar; algunos incluso ayudaron a pasar los conos de mano en mano para que llegaran a los clientes más lejanos.

Una muestra de cómo la creatividad convierte lo común en algo inolvidable.