Samhain, que significa ‘fin del verano’ en celta, marcaba el inicio del año nuevo celta y el comienzo de la temporada oscura.
Durante esta festividad, se creía que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se hacía más delgado, permitiendo que las almas regresaran a la Tierra.
Para protegerse de los espíritus y atraer la buena suerte, los celtas encendían hogueras y se disfrazaban con pieles de animales.
Con el tiempo, Samhain se fusionó con tradiciones cristianas, dando origen a lo que hoy conocemos como Halloween.