Hoy 28 de julio se conmemora el Día Mundial Contra la Hepatitis y en TV Azteca Quintana Roo te explicamos los tipos que existen de esta enfermedad, que es una inflamación del hígado que puede ser causada por múltiples factores, tanto infecciosos como no infecciosos.
Entre las causas más comunes se encuentran las hepatitis virales, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, enfermedades autoinmunes, ciertos fármacos y reacciones alérgicas, por lo que conocer los distintos tipos de hepatitis viral es fundamental para entender sus riesgos y cómo protegerse.
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Tipos de hepatitis y sus síntomas
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, estos son los tipos de hepatitis y sus síntomas:
Hepatitis A: Transmisión fecal-oral y síntomas clásicos
La hepatitis A es causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Se transmite principalmente por el contacto con heces fecales de una persona infectada, ya sea de persona a persona o a través del consumo de agua o alimentos contaminados. El virus puede estar presente en las heces hasta cinco días antes de la aparición de síntomas y hasta dos semanas después de que la piel y los ojos adquieran un color amarillo (ictericia).
El periodo de incubación suele ser de 14 a 28 días. Los síntomas comunes, aunque no exclusivos de la hepatitis A, incluyen debilidad, náuseas, vómito, anorexia, fiebre, molestias abdominales, dolor en la parte superior derecha del abdomen, diarrea y la característica ictericia (color amarillo en piel y ojos). El diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre para detectar anticuerpos IgM específicos contra la hepatitis A.
Hepatitis B: Riesgo Crónico y Prevención por Vacunación
La hepatitis B es una infección hepática potencialmente mortal causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Se transmite por contacto con sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada, incluyendo la vía sexual. Este tipo puede evolucionar a formas crónicas, aumentando significativamente el riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer hepático. La buena noticia es que se puede prevenir eficazmente con una vacuna.
La hepatitis B tiene dos fases: aguda y crónica. La mayoría de las personas no experimentan síntomas en la fase aguda, aunque algunos pueden presentar ictericia, orina oscura, fatiga extrema, náuseas, vómitos y dolor abdominal. La infección crónica por el VHB puede ser tratada con fármacos antivirales orales. La vacuna contra la hepatitis B es el pilar fundamental de la prevención.
Hepatitis C: Mayor riesgo de cronicidad y transmisión sanguínea
La hepatitis C es una enfermedad hepática causada por el virus de la hepatitis C (VHC), que provoca infección aguda y crónica. La infección aguda es usualmente asintomática y solo un 15-45% de las personas eliminan el virus espontáneamente. El 55-85% restante desarrollará infección crónica, lo que incrementa el riesgo de cirrosis y cáncer hepático.
El VHC se transmite principalmente por contacto con sangre infectada, siendo las transfusiones de sangre (antes de 1992), inyecciones contaminadas durante procedimientos médicos y el uso compartido de agujas entre consumidores de drogas inyectables las vías más comunes. La transmisión sexual y de madre a hijo son posibles, pero menos frecuentes. Otros factores de riesgo incluyen compartir cepillos de dientes o navajas de afeitar, tatuajes o perforaciones, múltiples contactos sexuales sin protección, VIH, y hemodiálisis.
El periodo de incubación varía de dos semanas a seis meses. Un 80% de los casos agudos son asintomáticos, pero quienes presentan síntomas pueden tener fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orinas oscuras, heces claras, dolores articulares e ictericia. El diagnóstico requiere la detección de anticuerpos anti-VHC y, si son positivos, una prueba de ARN viral para confirmar la infección crónica.
Hepatitis D y E: Coinfecciones y riesgos específicos
La hepatitis D ocurre exclusivamente en personas ya infectadas con el VHB. La coinfección por VHD y VHB puede provocar una enfermedad hepática más grave, acelerando la cirrosis y aumentando el riesgo de carcinoma hepatocelular. Las vías de transmisión son similares a las de la hepatitis B. Se recomienda que las personas con hepatitis B se hagan la prueba de hepatitis D.
La hepatitis E se considera una enfermedad aguda, a menudo asociada a viajes y rara vez mortal. Los síntomas son similares a otras hepatitis: ictericia, pérdida de apetito, hepatomegalia (agrandamiento del hígado), dolor abdominal, náuseas, vómitos y fiebre. Generalmente, la hepatitis E se autolimita, aunque puede causar infecciones crónicas en pacientes con trasplante de órganos y es particularmente peligrosa en mujeres embarazadas, que tienen mayor riesgo de hepatitis E fulminante.
El diagnóstico de la hepatitis E se basa en la detección de anticuerpos IgM e IgG específicos. Los factores de riesgo están relacionados con deficiencias en el saneamiento y el consumo de agua o alimentos contaminados (incluyendo mariscos crudos o poco cocidos).
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