¡No vas a creer lo que hizo Connie cuando llegó a casa! Sus perros, Biznikke y El Chino, no estaban jugando ni peleando ¡estaban haciendo tarot!
La sala era un caos: cartas por todos lados, una caja abierta, y dos caritas de “yo no fui” que no podían negar su travesura. Uno hasta llevaba un pedacito de cartón como si revelara la carta final de la lectura.
Connie solo escribió: “Llegué a casa y me desayuné que mis chiquitos son esotéricos ¿ahora harán carta astral o constelaciones familiares?