Amy Jandrisevits, ex trabajadora social en oncología pediátrica de Wisconsin, fundó en 2015 la organización sin fines de lucro A Doll Like Me. Cada muñeca, cosida a mano en unas cinco horas, replica con precisión diferencias en extremidades, marcas de nacimiento, cicatrices o dispositivos médicos, reflejando las realidades de cientos de niños. Ha entregado más de 500 unidades gratuitas, gracias a donaciones, a familias globales.

“Cada puntada cuenta una historia”, afirma Amy, destacando cómo estos compañeros de juego ayudan en la sanación emocional, normalizan la diversidad y combaten la discriminación. Profesionales de la salud elogian su rol en la aceptación y el empoderamiento, mientras redes sociales rebosan de gratitud: “Puro amor para los chiquitines”.

Esta iniciativa inspira a padres a abrazar la inclusión desde la infancia.