En un exhorto a la unidad en tiempos de polarización en el mundo, el Papa León XIV exhortó a los miembros de la Iglesia a erradicar “divisiones y odios de ningún tipo”. Estas palabras resonaron fuerte durante la homilía de la misa que celebró este viernes, en el marco del Jubileo de los sacerdotes en la Basílica de San Pedro.
“En un tiempo de grandes y terribles conflictos, que el amor del Señor, del cual estamos llamados a dejarnos abrazar y moldear, es universal, y que a sus ojos -y, por tanto, también a los nuestros- no hay lugar para divisiones ni odios de ningún tipo”, manifestó el pontífice estadounidense, subrayando la visión de una fe inclusiva y unificadora.
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El Papa León XIV rememoró su mensaje inicial de pontificado, donde ya había expresado su anhelo de ver “una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”. En esta ocasión, instó nuevamente a los sacerdotes a mantenerse “reconciliados, unidos, transformados por el amor que brota abundantemente del Corazón de Cristo”.
“Caminemos juntos tras sus huellas, humildes y decididos, firmes en la fe y abiertos a todos en la caridad, llevemos al mundo la paz del Resucitado, con esa libertad que nace de sabernos amados, elegidos y enviados por el Padre”, les dijo, apelando a la esencia de su vocación pastoral.
Papa León XIV condena división entre sacerdotes católicos; pide unidad universal
Cerca de 3,600 religiosos se congregaron para esta trascendental ceremonia en la Basílica de San Pedro, donde también se llevó a cabo la ordenación de 32 nuevos sacerdotes, provenientes de 23 países diferentes. A estos recién ordenados, el Papa León XIV les brindó consejos clave para su ministerio.
“Sean generosos, fervorosos en la celebración de los sacramentos, en la oración, especialmente en la adoración y en el ministerio, sean cercanos a su grey, donen su tiempo y sus energías a todos, sin escatimarse, sin hacer diferencias”, los instruyó el pontífice, enfatizando la importancia del servicio desinteresado y la cercanía con la comunidad.
El Santo Padre también les lanzó una advertencia clara sobre las tentaciones del mundo moderno. “Nuestro mundo propone muchas veces modelos de éxito y prestigio discutibles e inconsistentes”, señaló, antes de pedirles que “no se dejen embaucar por ellos”.
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Concluyó su homilía pidiéndoles: “Miren más bien el sólido ejemplo y los frutos del apostolado, muchas veces escondido y humilde, de quien en la vida ha servido al Señor y a los hermanos con fe y dedicación, y mantengan su memoria con su fidelidad”. Un mensaje que busca cimentar la humildad y la verdadera vocación en el corazón de la Iglesia.
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