¡En el corazón del invierno ártico, un carrito se convierte en el refugio más valiente! En Azteca Quintana Roo te contamos acerca de la tradición nórdica de permitir que los bebés tomen siestas al aire libre durante el invierno, incluso en temperaturas gélidas que desafían la imaginación.
En países como Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, esta costumbre se remonta al siglo XX, impulsada por clínicas de maternidad para fortalecer el sistema inmune infantil. Padres dejan a sus pequeños en carritos bien abrigados fuera de casa, en parques o junto a cafés, mientras continúan su rutina diaria. Videos virales muestran prams alineados en la nieve, con bebés durmiendo plácidamente a -15 grados Celsius, un espectáculo que ha capturado millones de vistas en redes sociales.
Los beneficios son respaldados por estudios: según investigaciones finlandesas, el aire fresco reduce resfriados y enfermedades respiratorias, promueve sueño más profundo y prolongado –hasta dos horas extras–, mejora el apetito y aumenta la actividad post-siesta. Expertos como la consultora de sueño Katie Palmer destacan que la exposición limitada a gérmenes fortalece la inmunidad, mientras que el vitamina D del sol invernal apoya el desarrollo óseo. Además, fomenta la independencia temprana y el bienestar familiar, alineado con el friluftsliv, la filosofía escandinava de vida al aire libre.
Para la seguridad, se aplican capas de lana contra la piel, sacos de dormir térmicos y monitoreo constante vía apps o visitas frecuentes. Nunca se deja solo en vientos fuertes o por debajo de -30 grados, priorizando el calor del bebé sobre el frío ambiental. Esta práctica, arraigada en comunidades seguras, contrasta con enfoques más protectores en otros climas, pero inspira a padres globales a equilibrar riesgo y resiliencia natural.