El funeral y entierro del Papa Francisco en Roma contará con una notable ausencia: su única hermana viva, María Elena Bergoglio, no asistirá al funeral. La decisión familiar, según explicó su hijo José Ignacio, se basa en el deseo de acompañar al pontífice a la distancia, desde Argentina.
“Creemos que lo más importante que podemos hacer hoy es acompañar a la distancia a este ser querido que se nos fue. Decidimos quedarnos acá en la Argentina”, declaró José Ignacio, sobrino del Papa Francisco.
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El relato de José Ignacio sobre el día del fallecimiento del pontífice revela la cercanía familiar y el impacto de la noticia. “Me encontré con esa noticia en las notificaciones. Automáticamente, prendí el televisor y confirmé la noticia”, recordó.
Inmediatamente, él y su hermano se dirigieron a ver a su madre, María Elena Bergoglio, de 77 años, quien reside en un convento de monjas a las afueras de Buenos Aires tras sufrir un accidente cerebrovascular.
“Dentro de la desgracia de perder a un ser querido, ella está muy entera, abrazada a la resignación de saber que Jorge (Papa Francisco) hoy descansa en paz, que ya no sufre, que dejó en este mundo absolutamente todo lo que tenía para dar”, afirmó José Ignacio.
La familia siguió de cerca la salud del Papa Francisco durante su hospitalización, y su sobrino describió la última aparición pública del pontífice como un "último gesto de amor al mundo, esa última despedida”.
Familia del Papa Francisco recuerda su humildad y amor a la Iglesia Católica
José Ignacio destacó la humildad y austeridad del Papa Francisco como rasgos distintivos, tanto en su vida personal como en su pontificado. Esta austeridad, según él, influyó en la decisión de no viajar a Roma. “Instamos, invitamos a todos los que tengan ganas de viajar y que tengan los medios para hacerlo, a que donen ese dinero a una obra de caridad”, resaltó.
En contraste, Mauro Bergoglio, otro sobrino del Papa Francisco, hijo de su hermano Óscar Bergoglio, sí estará presente en el funeral. Inicialmente, Mauro había expresado su deseo de viajar al Vaticano, pero carecía de los recursos económicos necesarios. Sin embargo, la empresaria Rita Mattiello financió sus boletos de avión, mientras que otra empresa argentina se encargó del alojamiento y la expedición de documentos. “Me partió el alma escuchar que no podía viajar. Lo vi desamparado”, indicó la mujer.
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