En Estados Unidos, tras una ruptura sentimental, el exnovio dejó a Max en un refugio de alta mortalidad sin consentimiento de la dueña, quien lo buscó desesperadamente durante meses creyéndolo desaparecido. Al enterarse de la fecha de eutanasia programada para la mañana siguiente, la mujer actuó esa misma noche: rompió una ventana, desactivó la alarma y recorrió las instalaciones hasta encontrar a su fiel compañero.
Huyó con Max y, aunque enfrentó cargos por allanamiento, se entregó voluntariamente. El juez absolvió a la mujer de todos los cargos penales, ordenó el arresto del exnovio por robo y entrega ilegal del animal, y devolvió oficialmente a Max a su lado.
Hoy, el perro está a salvo en casa, y el caso generó un amplio debate en redes sobre derechos de mascotas y vacíos legales.