Te contamos acerca de los códigos secretos de coqueteo que usaban las damas en la época victoriana para conquistar sin romper las normas sociales.
En el siglo XIX, donde la represión emocional reinaba, el lenguaje del abanico permitía a las mujeres expresar deseos con sutileza. Llevarlo en la mano derecha al rostro significa “sígueme"; en la izquierda, “deseo conocerte”. Colocarlo en la oreja izquierda declara “deshacerme de ti"; moverlo en la frente, que el pretendiente “ha cambiado”. Girarlo advertía “estamos vigilados”, mientras que deslizarlo por la mejilla susurraba “te amo”. Abanicarse rápido indicaba pasión intensa; dejarlo caer, “te pertenezco”. Estos gestos, heredados del siglo XVIII, demandaban complicidad y elegancia, transformando salones en escenarios de intriga romántica.
Con edición de Hanna Andrade












