Definitivamente aún no podemos cantar victoria. El COVID 19 seguirá por mucho tiempo entre nosotros y hay quienes aseguran que jamás desaparecerá del todo de la faz de la tierra. Pero lo cierto es que al menos en Quintana Roo, por una serie de factores en conjunto, las cosas hasta ahora han salido mejor que en otras partes del mundo y hoy gozamos de un retorno casi total a nuestra vida cotidiana.
Prueba de ello es que en las recientes vacaciones de Semana Santa y Pascua las ocupaciones rondaron el 80 por ciento en Cancún y la Riviera Maya. Y en destinos como Holbox, hubo días en que no podías encontrar un solo cuarto disponible.
Hoy en día, los bares, antros y restaurantes en cada uno de los 11 municipios pueden cerrar hasta las tres de la madrugada y los aforos permitidos en locales cerrados son casi totales.
Por decisión del gobierno estatal, ya no es necesario el uso del cubrebocas en espacios abiertos, las clases son 100% presenciales y el semáforo epidemiológico permanecerá en verde por tiempo indefinido sin necesidad de actualizarse cada semana como ocurrió durante un par de años. Si bien hemos sido afortunados, no es obra de la casualidad. Cuando a mediados de marzo del 2020 se ordenó el confinamiento casi total, muchos pensamos que se trataba de una exageración.
Vivimos meses de gran angustia y depresión viendo como la enfermedad no cedía terreno y cada vez teníamos más contagios y fallecimientos más cercanos a nuestro entorno. El virus enlutó a miles de familias y prácticamente todos nos contagiamos al menos una vez.
Digan lo que digan los incrédulos, el regreso paulatino a la normalidad comenzó de la mano con los procesos de vacunación en el 2021. La gran mayoría de los quintanarroenses confiamos en la efectividad de los biológicos y aunque al principio no todos estuvieron de acuerdo con la marca que recibieron como primera dosis, lo bueno fue que a la postre se comprobó que utilizar vacunas de diferentes laboratorios no representaba peligro e incluso por el contrario proporciona mayor protección.
Otro punto importante fue el manejo estratégico y efectivo del semáforo epidemiológico y de las restricciones de acuerdo con el comportamiento del coronavirus. Pero decía yo al principio de esta columna que aún no es tiempo de echar las campanas al vuelo. Lugares como China o Hong Kong, han vuelto a presentar altísimos índices de contagios que han obligado a que las autoridades decreten el confinamiento total en ciudades con millones de habitantes como Shangai.
Todo esto, más la invasión de Ucrania y la crisis financiera mundial seguramente tendrán efectos muy negativos en nuestra economía. Vienen tiempos muy difíciles y como me dijo el gobernador Carlos Joaquín hace unos días en entrevista, en el caso de nuestro estado hay que esperar un par de semanas para observar el efecto de las pasadas vacaciones en cuanto al índice de contagios que por lo pronto han sido mínimos al inicio de mayo. ¿Debemos seguir cuidándonos? En definitiva. El COVID 19 es astuto y traicionero, que no se nos olvide.
José Martín Sámano
Titular de Noticias Azteca Quintana Roo.
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