Stephen King no hace rituales raros ni secretos hollywoodenses: su día empieza simple. Se despierta, desayuna y sale a caminar unos 3,5 kilómetros cada mañana para activar el cuerpo y despejar la mente. Luego vuelve a su oficina y escribe durante unas 4 horas, sin esperar a la inspiración, porque para él escribir es un hábito diario, no algo que solo pasa cuando se siente inspirado.
Además, King lee muchísimo (alrededor de 80 libros al año) porque dice que si no lees, no puedes mejorar como escritor, y también crea un espacio sin distracciones que lo ayuda a concentrarse y mantener su mente afilada.
Esa combinación de actividad física diaria, disciplina para escribir y amor por la lectura es su fórmula para mantenerse con energía, creatividad y salud mental a los 78 años.
